lunes, 3 de diciembre de 2012

Yo traigo libertad (Microrrelato III)

En alguna que otra ocasión he participado en el concurso mensual de microrrelatos sobre abogados que organiza el Consejo General de la Abogacía y la Mutualidad de la Abogacía. Consiste fundamentalmente en contar un relato breve sobre abogados siendo imprescindible que aparezcan cinco palabras que los convocantes publican cada mes.
Palabras: Constitución, Magistrado, Nieve, Prevención, Pintura

"La novedad de aquel año era que los tres reyes magos iban acompañados de un joven abogado. En prevención por la oleada de frío que azotaba todo el lejano oriente, se equiparon de gruesas mantas que entregarían en su último destino obligado. Avanzaban los reyes y el imberbe letrado entre las montañas, que cubiertas de nieve hacían imaginar una bella pintura de museo. Por fin, divisaron la cárcel comarcal, al llegar les abrieron las puertas con la amabilidad de cada año, cruzaron la galería central sonriendo afectuosamente al paso de cada celda, hasta llegar al despacho principal. Ante el Magistrado de guardia, solicitaron la venia según prescribía la Constitución. Su ilustrísima asintió diciendo -Majestades; ¿Qué traéis?. Abrió el turno Melchor entregando una caja repleta de Perdón, acto seguido le siguió Gaspar con un cofre de Esperanza, y en último término, Baltasar sentenció – Señoría, yo traigo Libertad." 

 

lunes, 12 de noviembre de 2012

Soneto (Anónimo)

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

jueves, 25 de octubre de 2012

sábado, 13 de octubre de 2012

Un melón

La condición humana tiene su mayor exposición en el trato con los de su misma especie. Me explico. Es en la relación entre seres humanos cuando se puede percibir la infinita capacidad que éste tiene de sorprender y dejar atónito al de enfrente bien por su espontaneidad, ocurrencia, o descerebrada respuesta.
Y buena cuenta de ello pueden darla profesionales, que en el ejercicio de su actividad tienen como denominador común el trato humano y la exposición al público.
Va de médicos, verán; existe una Doctora sevillana que ejerciendo su profesión en un centro sanitario de la provincia de Cádiz sucediole un hecho que da luz a esto que cuento.
Es médica nefróloga mi protagonista, rama de la medicina que se ocupa del riñón y sus enfermedades. De entre la más conocida de sus tareas se encuentra el seguimiento y atención a los pacientes de diálisis.
Saben este tipo de pacientes que la ingesta de líquidos tiene que estar muy controlada, así como la toma sin medida de fruta ya que ello conlleva un sobre peso perjudicial para el buen control de su patología. Teniendo todos ellos prescrito, con carácter general, la limitación de una pieza de fruta al día.
Pues bien, en esto que se encontraba mi doctora en su despacho analizando analíticas, cuando una auxiliar la requiere porque Doña Carmen, (natural de Cádiz y tenedora del arte de aquellos aires) ha llegado con más peso de lo recomendado y tiene la impresión que se dió barra libre a la fruta, a la que tanto gusto tenía.
Acudió presta la nefróloga al sillón de la paciente y con fraternal y cariñoso tono le inquirió:
-          Doña Carmen, no le tengo dicho que solo puede tomar una fruta al día?
A lo que le respondió:
-          Pero doctora!!! Si sólo me he tomado un melón!!!    

martes, 7 de agosto de 2012

Giralda Vs. Pelli (Primera Parte)


PELLI.-  Psssssss! Oye, Pssssss! ¿Por qué crees que no me quieren?

GIRALDA.- ¿Es a mí?

P.- Sí, a ti. ¿Estabas dormida?

G.- No, yo nunca duermo.

P.- Yo tampoco consigo conciliar el sueño. Pero, ¿Nunca has dormido?, yo soy joven y tengo poco tiempo, pero tú…

G.- Hace siglos que no pego ojo. Siempre en vigilia contemplando cada rincón de estas tierras y sus localidades vecinas. Contemplo sin descanso cada momento, toda conversación o toda situación desde hace mucho, mucho tiempo.

P.- Por el calor de este valle, ¿Verdad?

G.- No es por eso, al calor te acostumbras de manera que te deja de afectar. Llegas a convivir con el y sabes que vuelve cada año apretando fuerte, te llega a resultar incluso agradable. En cambio, el frío húmedo se cala hasta la última piedra y no consigo quitármelo hasta que el primer azahar asoma por el verde del naranjo.

P.- ¡Claro!, yo aún estoy creciendo, y no me ha dado lugar más que a sufrir estas temperaturas, por eso creía no poder conciliar el sueño. Entonces…

G.- No tengo la respuesta a si alguna vez podrás dormir, no depende de ti, ni del clima, tampoco la paz de las calles en estas fechas de verano, ni la bohemia luz de navidad, ni tan siquiera la explosión de belleza que experimenta esta ciudad en primavera. Nada de eso hará que duermas.

P.- Y ¿Cómo es eso? ¿Podré aguantar?

G.- Querida, precisamente es el no dormir lo que nos da vida.

P.- No te entiendo.

G.- Una Torre duerme cuando es olvidada.

P.- Sigo sin comprender, soy muy joven.

G.- Mientras haya alguien en el mundo que te nombre no dormirás. El descanso nos viene con el olvido. Por tanto si no consigues conciliar el sueño es por que hay alguien, en algún lugar del mundo, que sobre ti esta escribiendo, de ti está hablando o se está acercando para sacarte una foto.

Nosotras las torres somos, con independencia de la funcionalidad para la que hayamos sido ideadas, construcciones para llamar la atención, si llega el día en el que nadie te menta empiezas a aletargar, de ahí que estar permanente en vigilia significa estar en boga o en boca de alguien.

P.- Lo que sucede es que noto que no hablan bien de mí, siento que no me quieren.

G.- Una torre no debe sentir, tiene que llamar la atención; hacer que una mirada perdida se centre en ella y se convierta en contemplativa y fija. Tenemos que ser capaces de interrumpir una conversación  de dos porque uno de los interlocutores se distraiga en nosotros. Que nos busquen y nos miren desde la base a la cima. Que la respiración del que nos mire se detenga por un segundo y solo nuestra figura ocupe su pensamiento. A eso, y solo a eso es a lo que estamos llamadas.

P.- Pero de mí hablan con desprecio, y no lo entiendo, tengo un diseño vanguardista, mi creador es de reconocido prestigio, soy tan alta que se me puede contemplar desde leguas a la redonda, creo ser guapa y esbelta. Reflejaré como nadie la luz de Andalucía, puedo dar cabida para millares de personas…

G.- Y ¿has probado a guardar silencio?

P.- ¿Cómo? Vuelvo a no entenderte.

G.- Había oído decir, y ahora compruebo que no cejas en contar tus bondades, en expresar todo lo bueno que tienes.

P.- ¡Claro!, para que me conozcan pronto.

G.- Te equivocas, la aceptación del pueblo no llegará porque manifiestes todo lo bueno que puedas tener, con esto solo conseguirás lo contrario, rechazo por vanidosa, prueba a guardar silencio, a mostrarte, simplemente, sin en el empeño de convencer, que te conozcan por la experiencia y no por el convencimiento, solo así sentirás respeto con el paso del tiempo.

Continuará… 

martes, 3 de julio de 2012

Decálogo de la Abogacía


I.Estudia. El Derecho se transforma constantemente.
Si no sigues sus pasos serás
cada día un poco menos Abogado.

II. Piensa. El derecho se aprende estudiando
pero se ejerce pensando.
 
III. Trabaja. La abogacía es una ardua fatiga
puesta al servicio de la Justicia.


IV. Lucha. Tu deber es luchar por el derecho,
pero el día en que encuentres en
conflicto el Derecho con la Justicia, lucha
por la Justicia.


V. Sé leal. Leal con tu cliente al que no debes abandonar hasta que comprendes
que es indigno de ti. Leal para con el
adversario aun cuando él sea desleal contigo. Leal para con el Juez que ignora los hechos y debe de confiar en lo que dices y en cuanto al Derecho alguna que otra vez debe de confiar en lo que le invocas.


VI. Tolera. Tolera la verdad ajena en la
misma medida en que quieres que sea
tolerada la tuya.

VII. Ten paciencia. El tiempo se venga de las
cosas que se hacen sin su colaboración.

VIII. Ten fe. Fe en el derecho como el
mejor instrumento para la convivencia
humana; en la Justicia como destino
natural del Derecho; en la Paz como sustitutivo
bondadoso del Derecho y, sobre
todo, ten fe en la Libertad sin la cual no
hay Derecho, ni Justicia, ni Paz.

IX. Olvida. La abogacía es una lucha de pasiones.
Si en cada batalla fueras llenando
tu alma de rencor llegaría un momento
en que la vida sería imposible para ti.
Concluido el combato olvida tan pronto
tus victorias como tus derrotas.


X. Ama a tu profesión. Trata de considerar
la Abogacía de tal manera que el día que
tu hijo te pida consejo sobre su destino
consideres un honor para ti proponerle
que se haga abogado.

jueves, 7 de junio de 2012

Reflexión sobre la muerte de San Agustín

La muerte no es nada.
No he hecho más que pasar al otro lado.
Yo sigo siendo yo. Tú sigues siendo tú.
Lo que éramos el uno para el otro, seguimos siéndolo.
Dame el nombre que siempre me diste.
Háblame como siempre me hablaste.
No emplees un tono distinto.
No adoptes una expresión solemne ni triste.
Sigue riendo de lo que nos hacía reír juntos…
Reza, sonríe, piensa en mí, reza conmigo.
Que mi nombre se pronuncie en casa como siempre lo fue,
Sin énfasis ninguno, sin huella alguna de sombra.
La vida es lo que siempre fue: el hilo no se ha cortado.
¿Por qué habría yo de estar fuera de tus pensamientos?
¿Sólo porque estoy fuera de tu vista?
No estoy lejos, tan sólo a la vuelta del camino…
Lo ves, todo está bien…
Volverás a encontrar mi corazón, volverás a encontrar su
Ternura acendrada.
Enjuga tus lágrimas, y no llores si me amas.

miércoles, 16 de mayo de 2012

En el semáforo (Microrrelato II)

En alguna que otra ocasión he participado en el concurso mensual de microrrelatos sobre abogados que organiza el Consejo General de la Abogacía y la Mutualidad de la Abogacía. Consiste fundamentalmente en contar un relato breve sobre abogados siendo imprescindible que aparezcan cinco palabras que los convocantes publican cada mes.
Palabras: Juicio, Bufete, Ventanilla, Conjunto, Esponja

Febrero 2010

"Tras bajar la ventanilla de mi auto me dijo que, en conjunto, le había gustado mi intervención en el juicio que nos acababa de enfrentar. Ella en su moto roja, que tantas veces vi aparcada; por el casco tenía la voz hueca y la mirada sombreada. -Los compañeros del bufete se llevaron semanas estudiando y, como esponjas, nos empapamos de cada uno de los folios de los autos, para que nada se escapara, le dije.

Yo no quería hablar de trabajo pero insistió, el semáforo cambió a verde, y la cena se aplazó sin que supiera que estaba invitada."

viernes, 4 de mayo de 2012

Sin Carné

Escucha lo que te cuento que te puedes quedar hasta muerto, como yo, que casi me caigo de la silla con ruedas en la que trabajo. No daba crédito cuando todo pasó y al quedarme sólo detuve mi pensamiento en la gran verdad de que el ser humano nunca deja de sorprendernos, por más que le hayamos tratado.

Pues no te crees que recibo en mi despacho a una pareja de mediana edad, a él le conté tres tatuajes que se podían observar perfectamente por virtud de la camiseta de tirantas finas que llevaba, era un día de mucho calor. Llevaba oro en forma de tres pulseras y dos anillos grandes, uno de ellos con cabeza de león incluida. A ella la recuerdo delgada, con el pelo muy negro y maquillada, a mi juicio, más de lo necesario.

Pronto empaticé con ellos y me contaron el enredo de mamporros en el que se habían visto atrapados en un cruce con semáforos cuando en su vehículo circulaban, conduciendo él, de copiloto ella. Decían que en un abrir y cerrar de ojos se vieron fuera del coche a golpes con su homologo del mismo sexo que en otro vehículo viajaban. Al parecer, el pique surgió tres redondas atrás en la que el contrincante conductor hizo una maniobra invasiva que casi coloca a mis clientes dentro de la fuente. En el primer semáforo se detuvieron al obedecer el rojo y lo dicho, a la gresca.

La conversación con mis clientes derivó a cuestiones personales. La crisis, la economía familiar, los hijos… Ella tenía un trabajo de media jornada que no era suficiente. El llevaba meses en paro, y al preguntarle por su oficio me contó que llevaba años dedicándose al transporte conduciendo camiones, furgonetas o vehículos, transporte bien de mercancías, bien de mensajería.

Intentaba alentarlo en la tarea de mover su curriculum por distintas empresas del sector, poniendo mi en empeño en trasmitirle la convicción de que la búsqueda de empleo debe ser un empleo en sí mismo, dando este esfuerzo sus frutos antes que tarde, cuando ella irrumpe en la conversación con orgullo de esposa para categorizar; “¡No!, ahora va aprovechar para sacarse el carné de conducir.”

lunes, 23 de abril de 2012

Memoria para la solicitud de Caseta de Feria de Abril

En Sevilla, a 12 de diciembre 2008.
Muy Sres. Míos:

Después de varios años, por fin nos hemos decidido.

Como comprobará, la decisión a la que me refiero consiste en solicitar, por vez primera, una caseta de Feria.

Permítame, antes que nada, una breve presentación. Lorenzo, Daniel, Pedro, Antonio y Manuel (en adelante, los TITULARES), criados todos en Sevilla, compañeros de infancia y pupitre, que tras el paso del tiempo, cada uno con su formación académica y profesional; han sabido mantener los lazos de amistad hasta el día de hoy, momento en el que los que no están incorporándose al mercado laboral, están formando su propia familia, independizándose, etc., dado que nos encontramos rondando los 29 años de media.

En definitiva, los Titulares, no son más que una representación de uno de los muchos grupos de amigos de esta ciudad que, nacidos en ella o no, criados en sus costumbres, herencia de padres, pretende en su día ostentar la titularidad de una caseta para la feria de abril que sea espacio de intercambio social, disfrute y bienestar de todos los que nos rodean, que vaya por delante, no son pocos.

Adjunto a este escrito, que pretende dar cumplimiento a la exigencia del art. 49 de la Ordenanza Municipal para la solicitud de caseta, les presento copia de lo que es una costumbre muy nuestra. Desde el año 1995, los hoy Titulares de nuestra futura caseta, nos reunimos al menos un día de feria en el  propio Real, para hacernos una fotografía  en las casetillas que, imitando un patio andaluz, están destinadas al efecto. (La fotografía del 2008 aún no la hemos escaneado)

A día de la fecha, catorce fotografías, catorce momentos en la feria, catorce años en definitiva con todo lo que esto significa de experiencias compartidas, han determinado que a pesar de la gran demanda de solicitudes, nos hayamos decidido a incorporarnos a la lista de solicitantes con la intención de renovar en plazo cada año nuestra solicitud para que, ojala más pronto que tarde, obtengamos nuestra caseta.

“Pa` una vez que nos juntamos” Así, se llamará nuestra caseta, y por supuesto en sus paredes colgarán las fotos habidas, y las muchas que quedan por venir.

Sin otro particular que lo ya manifestado, aprovechamos la ocasión para saludarle muy cordialmente


lunes, 9 de abril de 2012

Decálogo para el Sanedrín

Que la confianza ni se da ni se quita, sino que se gana o se pierde.
Que la vida no está para pasar por ella, sino para vivirla intensamente.
Que el tiempo no es enemigo que aprieta, sino una constante de oportunidades.
Que la conversación no es mero intercambio de palabras, sino punto de encuentro con el prójimo.
Que la sabiduría no está en la respuesta, sino en la pregunta.
Que es mejor hacer presente al otro, que presentarse uno.
Que el respeto pasa por aceptar y querer al otro.
Que la soledad solo debe ser el tiempo que tarda en llegar una persona.
Que el alcohol nos recuerda siempre lo que significa un amigo.
Que con un amigo, basta pasar un momento para dar un paso junto a el, hacia la eternidad.

lunes, 26 de marzo de 2012

Oración al Señor de la ventana


Déjame que te mire;
Señor de la ventana.

No tengas en cuenta
las miserias, del hijo
que te habla.
Dame una palabra
tuya, no soy digno
de que entres en mi casa.

Déjame que te mire;
Señor de la ventana.

Pecador ante ti me confieso,
de rodillas a tus plantas,
arrepentido me presento;
dirígeme tu mirada.
Perdona todas mis faltas,
de caridad cambiada
por vanidades y agravios,
de fraternidad utilizada
como corrección malintencionada.
De desamor para los que más amo.
De humildad olvidada.
De negarte cien,
antes y después
de que cante del gallo.
Mas, deja que te mire;
Señor de la ventana.

Resarce mis deudas de amor
Siembre allí donde no aré
Sana las heridas que abrí
Riega los corazones que sequé.

Pero, deja que te mire
Señor de la ventana.

Porque mientras tú velabas
quedé dormido en el huerto.
Te negué mas veces que Pedro,
huí cuando estabas preso,
por que te vendí por menos precio.
No llego a creer si no te veo.
Me escondí cuando estabas muerto.
Por que, No fui paño de verónica.
Fui Pilatos y lavé mis manos.
Te juzgué sabiéndote inocente.
Me aparté de tu lado Señor,
porque así lo hice,
con muchos de mis hermanos.

Por esto, Déjame que te mire
Señor de la ventana.

Deja que una sola
de tus lágrimas,
de esas que mojan tu cara
limpie mi corazón impío
y las heridas de mi alma.
Tócame, o mejor,
rózame con el
cetro que tienes
por caña.
Sálvame!!!, Rey de los Judíos,
Sálvame!!!
Cubre con tu manto
a este indigno abanderado
de Cristo Rey,
la tarde del Martes Santo.
Ven que te quite las espinas
para dejarte solo la corona.

Mas deja que te mire,
Señor de la ventana.

Perdona mis ofensas.
Enséñame a perdonar.
Hágase tu voluntad.
No dejes que haga mal.
Venga tu Reino.
Venga tu Paz.

Solo deja que te mire
Señor de la ventana

En la salud y
en la enfermedad,
dame tu pan.
En la riqueza
y en la pobreza,
ten piedad.
En las alegrías y
En las penas,
líbrame del mal
Señor de la ventana,
a ti me encomiendo
con mi amor señalado
desde este momento,
acuérdate de mi
cuando estés en tu Reino,
porque al atardecer
del tercer día
cuando levantado
quede tu templo
querré estar con los míos
en el Reino de los Cielos

No me desampares
ni de noche
ni de día
no me dejes solo
que sin ti me perdería.
Señor de la ventana
amor de imperial
y calle luz,
paraíso de puerta ojival
te quiero tanto,
te quiero tanto,
que te doy mi corazón,
tómalo, tuyo es,
mío no.

Señor, espera paciente,
ya llega nuestro Martes,
iré a recogerte
a tu casa,
como siempre,
vestiré túnica
con capa celeste,
estaré en la fila,
tranquilo, silente.
Saldremos por Sevilla
pa’ que te vea la gente.
Y cansados, cuando
se haga la noche,
recogidos en el templo
te diré bajito,
en silencio
que sin ti no puedo
señor, que sin ti
no quiero.
Por esto Padre mío
acoge mi plegaria;
he aquí el esclavo del señor.
Hágase en mi según tu palabra,
y hasta que me cites
para el juicio de mi alma

Deja que te mire,
Señor de la ventana.


sábado, 25 de febrero de 2012

Una vez tuve un sueño

Fragmento del Pregón del Sanedrín 2009

Una vez tuve un sueño, era Letrado de reciente ejercicio en la ciudad de Jerusalén. Estaba especializándome en incumplimientos de trueques, y en pequeñas trifulcas con lesiones entre mercaderes, a las puertas del templo. En mi sueño, acababa de estrenar despacho en la calle principal, a dos manzanas del palacio de los sanedritas. Pasaba bastantes penitas, dado que solo me encargaban asuntos aquellos que solo me podían pagar en carne, esto es, con un par de gallinas y una cría de cordero.

Una noche, mientras preparaba un informe de un juicio que a la mañana siguiente determinaría si mi cliente era culpable de agredir a un guardia romano, llamó a mi puerta José de Arimatea, sanedrita bueno, entró y me contó la situación por la que estaba pasando un amigo suyo que se llamaba Jesús, nacido en Nazaret.

En lo que dan de sí un par de horas, me habló de curaciones a ciegos y paralíticos, de milagros de pan y peces, de perdonar hasta setenta veces siete, me habló de la otra mejilla, de amor al prójimo, de la samaritana en el pozo, del hijo pródigo, de un camello y el ojo de una aguja, de sus discípulos, me habló del Amor.
Al final de la charla, me encargó la defensa de Jesús que acababa de ser detenido y puesto a disposición de Caifás, después de que le hubieran pegado ante su suegro Anás. Me advirtió que por el encargo no habría contraprestación económica alguna ya que nadie se haría cargo de mis honorarios. Me asusté como solía, por la responsabilidad que ponían en mis manos. La historia de aquel Galileo me conmovió, y acepté sin condiciones.

Tan pronto como puede me personé ante los Sumos sacerdotes para hacerles ver, que aunque imberbe era abogado, y que ejercería la defensa de aquel hombre. Recibí un empujón por respuesta y se originó un alboroto muy grande, comprendiendo entonces que Jesús no era un delincuente habitual. Volví al despacho y comencé a mirar las leyes hebreas y las leyes romanas que serían de aplicación al caso. Ninguno de los cargos era concluyente, Blasfemia y sedición, ¡Si no había pruebas! Que blasfemia si aquel hombre había sanado enfermos y obrado milagros. Qué sedición, si había dicho que al Cesar lo que es del Cesar.

Quebrantando una de las normas más sagradas, la de que a los reos había que juzgarlos a la luz del día, los sanedritas y sumos sacerdotes se reunieron en la noche para juzgarlo; todas las intervenciones iban dirigidas a mostrar a Jesús como un mago hechicero que sublevaba a las masas, mi cliente no respondió a ninguna de las preguntas, guardando un riguroso silencio. Solo al final, cuando Herodes le inquirió si era el hijo de Dios, Jesús levantó la mirada y lo afirmó; Yo soy el Hijo de Dios..

Se armó un gran revuelo, me echaron de la sala y solo alcancé a escuchar que lo llevaban ante el gobernador romano, Poncio Pilatos.

Siempre sucedía, que en mí surgía cierta implicación emocional para con mis defendidos, de manera que no era capaz de quedarme en la mera relación profesional; mas nunca como entonces, un cliente, en tan poco tiempo me había provocado tanta ternura desde el convencimiento de que era inocente.

Mi sueño continuaba, e impotente esperaba a las puertas del pretorio donde se iban congregando cada vez más gente, sonaron los clarines de la guardia romana, eso significaba que el Gobernador saldría al balcón y comunicaría alguna noticia al pueblo sometido a Roma. Así fue, apareció Pilatos y detrás estaba Jesús, nos lo enseñó ensangrentado por la infinidad de azotes a los que le habían sometido, le habían puesto algo en la cabeza que yo no alcanzaba a distinguir, y un paño rojo sobre los hombros, y una caña en las manos. Aquello no era muy normal.

La plebe empezó a pedir a gritos que lo mataran en la cruz, cada vez más fuerte. Yo asombrado pensaba qué artículo habría que aplicar para su libertad, y solo se me ocurrió gritar ¡Pero si es inocente! Pilatos mandó que le trajeran una palangana, se lavó las manos y leyó un pergamino por el que mandaba a mi cliente a la muerte, y a una muerte de cruz.

Me retiré del lugar desconsolado, lloré como nunca, no ya por haber perdido el caso, sino porque no entendía el veredicto que condenaba a aquel hombre bueno. Deambulé por un rato, perdido por las calles, sin rumbo, cuando ya caía la tarde, desemboqué en el camino que llevaba a la salida sur de Jerusalén, y por casualidad me encontré con la centuria romana que guiaba a Jesús hasta el monte donde le darían muerte. Fue increíble la imagen de mi representado cargando con una cruz enorme, andaba muy despacito, poco a poco, pero siempre de frente. Al llegar a mi altura, me buscó con la mirada, nos miramos y se cayó al suelo desplomado. Como pudo se levantó, y mientras lo hacía me volvió a mirar y me dijo bajito, casi susurrando, “Desde antes de que nacieras, te tengo grabado en las palmas de mis manos. Te llamarás Daniel, que significa Dios es mi Juez”.

Después de escuchar aquello, Él siguió su camino hacia el monte calvario, y yo como en una nube dirección al despacho. ¡No fui capaz de salvarlo! Permanecí encerrado hasta que el sueño me venció y quedé dormido profundamente.

Justo en ese momento, sonó el despertador en mi habitación y desperté del sueño que me había convertido en letrado de la Pasión de Cristo, teniendo una figura meramente testimonial, sin poder hacer nada por cambiar el resultado final del Proceso.

Pero qué suerte la mía de haber caído en Sevilla, de poder soñar despierto sin ser letrado de tu pleito en cada calle o en cada esquina, de poder salir a buscarte Jesús, como en mi sueño al Palacio de los Sanedritas. Andando por otras calles, te conoceré de nuevo cuando te muestres prendido en Panaderos o en Montesión sufriendo. Me volverás a cautivar en el Tiro de Línea. En el barrio León  me personaré ante los que quieren juzgarte, y les pediré que te juzguen de día, cuando el sol roce tu cara saliendo de Triana. Esperaré a encontrarte semidesnudo en molviedro, en Santiago maldeciré al peor de los besos. En los terceros nos darás tu cuerpo como pan, alimento del pueblo hambriento de moral. La calzada será el balcón donde Pilatos diga “He aquí a tu pueblo”.

Me mirarás y por mi nombre me volverás a llamar en la otra orilla del Guadalquivir, y en tus manos me veré reflejado cuando el Viernes Santo muy de mañana vuelvas para arriar tu paso en el altozano guiado por el caballo. A ti te digo Tres caídas de Triana, en la Esperanza de mi nuevo porvenir, que estrenaré en la catedral de Santa Ana; cuida de María y de mí.

En la madrugá más larga jamás soñada, mostrarás la potestad de tu amor andando camino del Calvario. La saeta romperá el silencio que te brindamos como alabanza solemne a tu soberano poder, y querubines gloriosos pondremos a tu paso para paliar tanta pasión y tanto quebranto.

Mi despertador sonó antes de tiempo y no te vi crucificado en mi sueño, no importa, porque como en Sevilla puedo soñar despierto, la magdalena será el monte Calvario y allí tomaré del Cachorro su último aliento, o de noche cuando hasta el azahar duerme en la plaza del museo y retorcido de dolor entregues al fin tu cuerpo. Por San Fernando rezaremos tu buena muerte Maestro. Te daré de beber en Nervión para paliar tu sed y la de tus enfermos. Podré observar en primera fila como Longinos se arrepiente de su lanza en el Cerro del Águila. En Monserrat nos prometerá el cielo, y el buen fin de nuestro duelo.

Te alzarán dos caballos y la verdadera cruz se hará el miércoles santo, en San Martín por la lanza atravesado, en San Vicente las siete palabras, y más si cabe en San Bernardo para ser salud de enfermos en el Arenal Carretero.

Embaucado por Cristo en la cruz, mis ojos se clavan en tu cuerpo, me hablas y me dices; Tu y Yo, Yo y Tu. El Yo por la Y griega que forma tu cuerpo clavado y muerto, y el Tu por la T que dibujan los dos travesaños del madero. Contigo puedo, conmigo quieres contar para ser mensajero de la verdad. Oh! Árbol de la cruz, a cuantos santos inspiraste que tomaron tu nombre como apellido. Señal de los cristianos, cruz de guía de las filas de hermanos, cruz parroquial, cruz inolvidable de Santiago de Compostela, cruz invertida de San Pedro, cruz aspada de San Andrés, cruz de malta con caña en San Esteban, cruz de Jerusalén y cruces para el mes de mayo.

Que suerte soñar despierto en Sevilla, poder contemplar al Cristo sobre las rodillas de la Virgen, ayudar en San Andrés cogiendo de la sabana una esquina en la que te llevamos con cuidado, o seguir detrás de su paso, haciendo compañía para que nunca esté sola, nuestra madre María.

Y al final de la Pasión más grande jamás contada, pondremos para tu cuerpo yacente, urna de oro y cristal, y así descanse en paz el que fuera rey de reyes, en la gloria celestial. Romanos te custodiarán y en San Gregorio, en nuestro duelo, repetiremos “nihil sumus”, no somos nadie.

No somos nadie sin que estés entre nosotros, pero es que el sueño en Sevilla aún no se ha acabado, hermano, que en Santa Marina está amaneciendo y al tiempo, renaciendo de nuevo el color blanco. Cristo, el ultrajado, de su tumba se ha levantado y nos dice que porque le lloramos, que esperemos en la dicha de su cuerpo resucitado. Que la muerte no fue la suya, sino la del pecado. Que volvió para quedarse y no apartarse jamás de nuestro lado, y que así, enseñemos todo, cuanto nos ha mandado.


Este fue mi sueño,
compartirlo quiero;
mitad dormido
mitad despierto.
Soñando contigo
Señor,
contigo sufriendo.

El evangelio
se hace vida
como el más bello
de los cuentos,
mi corazón de rodillas
pido la bendición
de tu reino,
que la octava maravilla
quiso nacer en Sevilla
en forma de palios,
misterios y cofradías.
Sin miedo a
despertar del sueño,
la gloria se hace vida,
y yo
a soñar despierto.