viernes, 1 de marzo de 2013

Credo

Creo en Dios Padre todopoderoso, que en esta nuestra tierra reside en San Lorenzo, y es del Gran Poder, el Señor de Sevilla. Creo en su Amor Salvador, que por su rampa desciende para el reino. Creo en Dios y en su Soberano Poder del Tardón sobre los que dicen tenerlo en el mundo. Creo en Dios y en el Poder de su silencio, blanco para hablar a los corazones cargados de Amargura. En la fuerza del despojo de sus vestiduras y en el poder de la oración madura entre olivos. Creo que es Salud de almas payas y gitanas. Y creo en sus Siete palabras de Misericordia y en el Buen Fin de su Prendimiento para mayor gloria de nuestra Redención.    
 
Creador del cielo y de la tierra, y del agua del rio que baña nuestras dos orillas, de los vencejos de la plaza de San Pedro, de las palomas vecinas del porvenir, de los naranjos con azahar que escoltan nuestras calles, del incienso y jazmín, de la rosa y el lirio, del esparto y romero, de nuestro marzo y abril. Creador de la piedra de nuestras Torres, del bronce del giraldillo, de la arcilla de las tejas, del cirio y la vela, del oro y la plata, del pan y del vino.
  
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; pobre de pesebre en Belén y pobre de borriquita la mañana de palmas, de humildad y paciencia, de desamparo y abandono, de columna y azotes, de almas y buena muerte, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,

Que nació de María Virgen; quien fuera sine labe concepta, que dijo si a Gabriel para Dios, y así ser esperanza de las angustias de tantos desamparados, Dulce nombre, Esperanza y Caridad, que en su Soledad veló y acompañó fielmente hasta el pié de la Cruz a su Hijo.

Quien padeciera en la calzada bajo el poder de Poncio Pilatos, fue crucificado, exaltado con la ayuda de caballos, y tuvo sed en Nervión, y perdonó hasta setenta veces siete, y expiró en el museo para dejarnos su aliento, muerto pero de Buena muerte como pelicano de Amor, y sepultado en San Gregorio con romanos escoltando su cuerpo amortajado.

Que descendió a los infiernos del mundo, allí donde hay pobreza, desprecio, abandono, miseria, odio y rencor, para al tercer día resucitar de entre los muertos; y en Santa Marina decir al mundo que desde la Aurora de su Pascua, está con nosotros todos los días, hasta el fin de los tiempos.

Que subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre; desde allí ha de venir a juzgarnos del amor a los vivos y a los muertos.

Creo en el Espíritu Santo; inspirador de la palabra en las cosas de este mundo, alfarero de corazones de barro, mensajero de intenciones y contraguía de nuestra trabajadera.    

En la santa iglesia católica, en la que todos somos iguales y en la forma de hermandades y cofradías toma una de sus manifestaciones más plenas.

Creo en la comunión de los santos; puesta en valor en rosarios, triduos y quinarios, en el perdón de los pecados; la resurrección de los muertos; y la vida eterna. Y sea así hermanos, desde nuestra Sevilla para el mundo, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amen.