jueves, 24 de enero de 2013

Clavos en la puerta

Esta es la historia de un chico que tenia mal carácter, su padre al ver su mal temperamento y sabiendo que solo le traería cosas malas para su vida pensó en una forma para ayudarle a mejorara su carácter, así que le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que tuviera rabia o perdiera la paciencia, tenía que clavar uno detrás de la puerta.

El primer día, el muchacho clavo 37 clavos detrás de la puerta. Las semanas que siguieron, a medida que aprendía a controlar su genio, clavaba cada vez menos clavos detrás de la puerta.

Descubrió que era más fácil controlar su genio que clavar clavos detrás de la puerta.
Al fin llegó el tan anhelado día en que pudo controlar su carácter durante todo el día, su padre muy contento por el logro de su hijo le dio la nueva orden de quitar cada clavo de la puerta cada vez que se enojara o perdiera el control.

Los días pasaron y el joven pudo finalmente anunciar a su padre que no quedaban más clavos para retirar de la puerta.

Su padre lo tomó de la mano y lo llevó hasta la puerta. Le dijo: has trabajado muy duro querido hijo al quitar todos los clavos de la puerta, pero como puedes ver en la puerta quedaron unos pequeños hoyos que ya no se podrán quitar por más que trates, la puerta ya no volverá a ser la misma hijo.

Tú puedes insultar a alguien y retirar lo dicho, pero del modo como se lo digas lo devastará, y la cicatriz perdurará para siempre. Una ofensa verbal es tan dañina como una ofensa física.

Aunque a veces nos es difícil controlar nuestro temperamento debemos tener en cuenta siempre de que somos amos de lo que callamos y esclavos de lo que decimos y que las palabras son como flechas, después de ser disparadas ya no las podemos parar.

                                                                                                  (Anónimo)

martes, 1 de enero de 2013

Primer aniversario

Ya pasó un año desde que abriera la puerta de este trastero de cosas mías, y como quiera que mías son mis gentes y sus cosas, quiero traer tras sus 365 días cumplidos unas letras escritas por mi madre, que dieron cuerpo a unas sevillanas.








"Si no has “nacío” en Sevilla,
no conoces el amor
al ver a un Cristo que pasa
compartiendo su dolor.
Amor y dolor se funden
en un nudo en la garganta
¡Como mi tierra no hay otra¡
Sevilla en semana Santa.

Si no has “nacío” en Sevilla,
no conoces la alegría
de un pueblo que en primavera
junta la noche y el día.
Noche y día se convierten,
en un bullicio sin fin.
¡Como mi tierra no hay otra¡
Sevilla, feria de Abril.

Si no has “nacío” en Sevilla,
no conoces la belleza
de una torre con arte
llega hasta el cielo y lo besa.
Que embrujo y que señorío
¡ay¡ que torre tan gallarda
¡Como mi tierra no hay otra¡
En Sevilla, la Giralda.

Si no has “nacío” en Sevilla,
tu no conoces el arte
de los rincones bonitos
paseando por el parque.
El lenguaje de las flores
se confunde con tu risa.
¡Como mi tierra no hay otra¡
¡ay¡ parque de Mª Luisa."


 (Encarnación Araújo García)