miércoles, 13 de febrero de 2013

De la ventana que hay en Sevilla

Hay una ventana en Sevilla que es refugio de mis pesares, mirador a la esperanza, cantar de mis cantares.

Hay una ventana en Sevilla que guarda la fe de mis padres, que fuera la de mis abuelos, y en mi alma quedó grabada a fuego.

Hay una ventana en Sevilla que es vigilia tras la muralla, mezquita mora al alba y obra cristiana levantada. Es de la Alfalfa su gloria y de Pilatos su plaza, Puerta Carmona callada por siglos venerada. Peregrinos del orbe cristiano que encomendando pasan sus intenciones a sus plantas.

Con puerta ojival y caña, espinas, manto y burla, barro, tristeza y lágrimas.

Con reja forjada de hierro porque en ella lo tienen preso, y atado espera en silencio, de colorada capa, de enmudecido aliento, de luz para el mundo entero, y de paz para mis sueños.

Crisol de gremios que en antaño sus carros detuvieron cargados de miedos y anhelos y ante su piedra expusieron la salud de los viajeros. Alforjas llenas de nada, corazones que esperan abiertos. Esperanzas de buena marcha y de un mejor regreso.

Hay una ventana en Sevilla que mira a todo el que pasa, que refleja en la mañana el sol de su mirada, que amaina las guerras del alma, que es paz en la parada, que pide caridad callada y que reza con sangre y caña. De cruz de malta, de frescor al clarear el alba, de meditación serena en la noche estrellada.

Con torre alta y campana, asómate a la ventana verás el color de la púrpura, corona de burla aguanta, en su rostro saliva amarga, la cruz del mundo le aguarda y el perdón para todos manda.

Ventana jubilosa de Martes, por siglos y siglos que pasen a tus plantas vendrán a buscarte caminantes sin rumbo y errantes que sueñan tu luz les ampare, las espinas malditas quitarte y cetro por caña entregarte.

Ventana de Dios Salve, como un niño quiero abrazarte y a tus pies arrodillarme y pedirte bajito que por mi nombre me llames, Salud y Buen Viaje, cuando al final del camino, hasta tu casa me llames.