lunes, 26 de marzo de 2012

Oración al Señor de la ventana


Déjame que te mire;
Señor de la ventana.

No tengas en cuenta
las miserias, del hijo
que te habla.
Dame una palabra
tuya, no soy digno
de que entres en mi casa.

Déjame que te mire;
Señor de la ventana.

Pecador ante ti me confieso,
de rodillas a tus plantas,
arrepentido me presento;
dirígeme tu mirada.
Perdona todas mis faltas,
de caridad cambiada
por vanidades y agravios,
de fraternidad utilizada
como corrección malintencionada.
De desamor para los que más amo.
De humildad olvidada.
De negarte cien,
antes y después
de que cante del gallo.
Mas, deja que te mire;
Señor de la ventana.

Resarce mis deudas de amor
Siembre allí donde no aré
Sana las heridas que abrí
Riega los corazones que sequé.

Pero, deja que te mire
Señor de la ventana.

Porque mientras tú velabas
quedé dormido en el huerto.
Te negué mas veces que Pedro,
huí cuando estabas preso,
por que te vendí por menos precio.
No llego a creer si no te veo.
Me escondí cuando estabas muerto.
Por que, No fui paño de verónica.
Fui Pilatos y lavé mis manos.
Te juzgué sabiéndote inocente.
Me aparté de tu lado Señor,
porque así lo hice,
con muchos de mis hermanos.

Por esto, Déjame que te mire
Señor de la ventana.

Deja que una sola
de tus lágrimas,
de esas que mojan tu cara
limpie mi corazón impío
y las heridas de mi alma.
Tócame, o mejor,
rózame con el
cetro que tienes
por caña.
Sálvame!!!, Rey de los Judíos,
Sálvame!!!
Cubre con tu manto
a este indigno abanderado
de Cristo Rey,
la tarde del Martes Santo.
Ven que te quite las espinas
para dejarte solo la corona.

Mas deja que te mire,
Señor de la ventana.

Perdona mis ofensas.
Enséñame a perdonar.
Hágase tu voluntad.
No dejes que haga mal.
Venga tu Reino.
Venga tu Paz.

Solo deja que te mire
Señor de la ventana

En la salud y
en la enfermedad,
dame tu pan.
En la riqueza
y en la pobreza,
ten piedad.
En las alegrías y
En las penas,
líbrame del mal
Señor de la ventana,
a ti me encomiendo
con mi amor señalado
desde este momento,
acuérdate de mi
cuando estés en tu Reino,
porque al atardecer
del tercer día
cuando levantado
quede tu templo
querré estar con los míos
en el Reino de los Cielos

No me desampares
ni de noche
ni de día
no me dejes solo
que sin ti me perdería.
Señor de la ventana
amor de imperial
y calle luz,
paraíso de puerta ojival
te quiero tanto,
te quiero tanto,
que te doy mi corazón,
tómalo, tuyo es,
mío no.

Señor, espera paciente,
ya llega nuestro Martes,
iré a recogerte
a tu casa,
como siempre,
vestiré túnica
con capa celeste,
estaré en la fila,
tranquilo, silente.
Saldremos por Sevilla
pa’ que te vea la gente.
Y cansados, cuando
se haga la noche,
recogidos en el templo
te diré bajito,
en silencio
que sin ti no puedo
señor, que sin ti
no quiero.
Por esto Padre mío
acoge mi plegaria;
he aquí el esclavo del señor.
Hágase en mi según tu palabra,
y hasta que me cites
para el juicio de mi alma

Deja que te mire,
Señor de la ventana.